La Despedida

     Carlitos llegó un día de la escuela llorando: su madre, al notar la tristeza del niño, le preguntó si le había pasado algo. El niño dijo: "Sí. Me dieron una mala noticia... Un amigo al que quería mucho murió esta mañana".

     La madre del niño lo abrazó y con timidez dejaba entrever varias lágrimas que se asomaban a sus temblorosas pestañas. Le preguntó al hijo qué podía hacer para no verlo tan triste y este le respondió: "Ayúdame a escribirle una carta".
     
     En efecto, la madre del niño aceptó su petición y comenzaron a escribirle la carta, la cual decía:

     "Oh, amigo mío, a pesar de que te hayas ido, seguiré cantando las canciones que un día coreábamos. Continuaré recorriendo los esteros para admirar los ocasos. El lucero de la mañana guiará tus pasos, te mostrará el camino que debes recorrer y la inmensa sabana que se posará a tus pies. Tu querencia seguirá siendo el monte, las flores de araguaney, las corridas de toro, ordeñar a las vacas y cantar coplas hasta que salga el alba... Mi querencia es tu querencia, tú querencia es mi querer...
  
     Canta, canta, compañero, que se escuchen esos versos que salgan del alma; que suenen las cuerdas del cuatro que llama, al jinete sabanero que se fue una mañana. Maestro, amigo, compañero y cantante; fuiste aquel 'caballo viejo' que galopaba constante, por la llanura inmensa que a tus pies se posaba.

     Adiós, amigo, hasta luego Simón".

     Luego de escribir la carta, la madre del niño se sintió orgullosa de su hijo, por todo lo que había escrito para su amigo... Rieron en complicidad, al instante en que guardaban la carta. 

     En homenaje a Simón Díaz, "Tío Simón". 



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