En el bosque (II)

     Todos decían "no entres al bosque solo", "ten cuidado"; pero él nunca hizo caso a lo que los demás le advertían. Un buen día decidió entrar al bosque, tal vez para saciar su curiosidad, o en el peor de los casos, encontrar la muerte. Lo cierto es que Ben llevó consigo una mochila, en la cual había una botella de agua, una lámpara, una sábana, una brújula, un cuchillo y algo de comer. 

     Esa mañana el cielo estaba lleno de densos nubarrones, el aire estaba gélido, parecía que se avecinaba una fuerte tormenta. Sin embargo, esto no fue impedimento para que el joven lograra su cometido. Al llegar al lugar unos cuervos estaban posados en los carteles de advertencia de la entrada, unos cuantos alzaron vuelo extendiendo sus oscuras alas. El bosque  estaba silencioso, de vez en cuando el viento mecía las hojas de los árboles produciendo un sonido estremecedor. De pronto, se escuchó la voz de una mujer,  aunque más bien la de una niña ¿sería una joven en peligro? ¿una alucinación? ¿un espectro? El pobre muchacho no sabía qué hacer.

     Comenzó a seguir la voz, no podía distinguir nada por la neblina que comenzaba a caer, la cual le daba un aspecto fantasmagórico al lugar. El camino empedrado estaba un poco fangoso por la llovizna que había caído en la mañana. Algunas ramas de los arbustos estaban torcidas, parecían cuerpos espectrales burlándose del joven. A lo lejos distinguió la silueta de una niña con un vestido blanco. La pequeña sollozaba y pedía a gritos ver a su madre.

Pequeña ¿Qué haces aquí tan sola? ¿En dónde están tus padres?

Mis padres desaparecieron... creo que los mataron... ayúdame ¿si?

_¿Cómo que murieron? ¡Dios! Ven, yo te sacaré de aquíla tomó por un brazo que estaba mugriento y frío ¿Por qué no me sigues?

Yo no haría eso si fuera tú... de aquí nadie sale... ¿quieres jugar conmigo?

 ¡Por Dios, qué dices!

     Ben trató de zafarse del brazo de la niña, pero no pudo. Por alguna extraña razón ambos brazos estaban adheridos.

 ¿Puedo decirte algo? Pero no pueden escucharnos.

 ¡Qué cosas quieres decirme niña! ¿quién nos va a escuchar?

Por favor, acércate más, quiero susurrártelo al oído....

    El joven se acercó para escucharla y al instante la niña le arrancó el corazón, lo sostuvo entre sus manos para detallarlo, luego se lo lanzó a los cuervos. El pobre Ben la veía fijamente a los ojos mientras caía al suelo sin vida.

Ahora eres mío... te lo advertí desgraciado, otra alma que cobra el bosque...

     La niña desapareció entre la neblina a carcajadas, los cuervos trinaban fuerte y el cuerpo del muchacho comenzaba a sumergirse en el suelo, como si fuera de arenas movedizas... ¿será una manera en la cual el bosque oculta a sus víctimas? ¿o la forma en la cual se alimenta? Lo cierto es que el bosque existe en algún lugar del mundo, pero recuerden no entrar solos...

     Shhh... ¡No griten! Los espíritus pueden escucharlos...






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