Pequeña ilusión...

     Era una tarde de abril, el viento mecía suavemente las ramas de los árboles y esparcía en el aire gratos aromas. Emily Watson estaba recostada en su vieja mecedora, con parsimonia acariciaba la cabellera desordenada de su muñeca, y le cantaba al oído alguna que otra canción infantil. La habitación estaba lóbrega y silenciosa. La ventana del cuarto estaba entreabierta, de vez en cuando se colaban bocanadas de aire por la rendija; helaban la habitación tornándola gélida. 

     La mirada cansada de Emily se pierde en los columpios del parque, la comisura de sus labios dibujan una sonrisa cuando ve a su hija jugar.  La pequeña Annie, con su larga cabellera dorada juega en el columpio, sus ojos azules irradian alegría y la fresca inocencia infantil. 

    Rosa, la enfermera, entró a la habitación con la medicina de la mujer. Se quedó estupefacta al ver que Emily estaba sentada en la mecedora; más aún se impresionó al notar una sonrisa dibujada en sus labios.

 Emily, ¿Cómo estás? Soy yo, Rosa...

Hola, ¡Estoy feliz! ¡Muy feliz!  Dijo la mujer sobresaltada.

 ¡Qué bueno señora, me alegro!puso la bandeja con cuidado en la cómoda ¿y esa muñeca? ¿alguien vino a visitarla?

 ¡Sí! ¡Rosa, vino mi hija! ¡Annie!la mujer aferró sus manos a los brazos de la enfermera.

 ¿Su hija? Pero señora si su hija está...

 ¡Claro que no! Ella está aquí le indicó que viera por la ventana— ¡ Mírala! Está jugando en el columpio.

     Rosa se acercó a mirar si en verdad la niña estaba ahí. Su corazón se sobresaltó un poco, tenía la vaga ilusión de querer verla allí jugando. Al notar que en el patio no había nadie ni mucho menos en el columpio, se llevó una mano a la boca y ahogó un pequeño grito...

 ¿Qué pasó Rosa? ¿No la viste? 

Sí, claro que la vi. Muy linda su niña . Dijo con los ojos aguados. 

 Igualita a su madre, ¡Bella! ¡Hermosa!

    La enfermera no podía contener más el llanto, sentía tanta tristeza por la pobre mujer, estaba loca y no tenía remedio. Emily le pidió que la peinara y ella muy obediente cumplía, mientras dejaba correr por su rostro las  lágrimas amargas de la decepción. 

     Al culminar su trabajo Rosa salió del cuarto muy afectada.

     Annie Watson está muerta desde hace 10 años, pero para su madre siempre seguirá estando viva... Emily ríe, observa cómo la niña juega en el patio; pero lo cierto es que el columpio está solo, no hay nadie utilizándolo y hace más de dos años que se dañó...Emily ríe, canta, grita, sueña... Todas las noches se le escucha que dice:

Annie, mi niña... mi pequeña ilusión...





























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