Presunta Inocencia

     Eran las diez de la noche y Henry estaba sentado en el comedor, esperaba ansioso a su esposa que no había llegado del trabajo. Sobre la mesa estaba la cena que él le preparó por su aniversario, la relación estaba pasando por un momento complicado, y, con aquella cena pretendía encender la llama de la pasión que se encontraba apagada. La señora Mary llegó al rato algo alcoholizada, Henry discutió con ella y tras haberla insultado, la mujer lo abofeteó muy fuerte.

     "¡Miserable! ¡No te atrevas a mirarme a la cara! Me voy y no vas a hacer nada para impedirlo", dijo la mujer con rabia. "¡Perdón! Amor no quería insultarte", decía Henry nervioso porque la esposa le pidiera el divorcio. En ese momento la señora Smith cargaba una maleta pesada, en su afán por marcharse tropezó accidentalmente el primer escalón y cayó por las escaleras quedando inconsciente. Henry, al escuchar el brusco golpe, corrió a auxiliarla y en ese momento recibió un fuerte garrotazo en la nuca cayendo al piso con los ojos desorbitados. Cuando despertó se sintió mareado, producto de la contusión en la cabeza y con unas ganas enormes de vomitar. Se asustó al notar que tenía las manos llenas de sangre y en su mano derecha empuñaba un arma. 

     "¡Dios mío! ¿Qué pasó aquí? ¡Mary!", exclamó el Sr. Smith mientras corría por las escaleras a socorrer a su esposa. La señora Mary yacía en el piso con un tiro en la frente y los ojos en blanco. De la herida emanaba un líquido viscoso desagradable. Su cuerpo estaba frío como un témpano de hielo, el cual estaba sumergido en un charco de sangre viva e intensa de color grana. El escenario y el ambiente tétrico eran perfectos para esta obra dramática, en donde Henry Smith resultaba ser el culpable, el autor intelectual y material de todo este crimen ¿Qué pensaría la audiencia? ¿El Sr. Smith es inocente o culpable? Largo sería el camino que tendría que recorrer para demostrar su presunta inocencia...

     Henry sumergía su rostro en la cabellera de su esposa mientras lloraba desconsoladamente aferrándose al cuerpo inerte y gélido de su mujer. En ese momento llega la policía tras haber recibido la denuncia de los vecinos por el ruido en la casa. Cuando entraron quedaron perplejos por la escena que contemplaban sus ojos. "¡Arriba las manos! Queda usted detenido", dijo uno de los oficiales "¡No! ¡Yo no la maté!", repetía una y otra vez el señor a los uniformados, quienes no les creyeron nada. 

     Cuando salió de la vivienda cegado por las luces de las patrullas de los oficiales, los vecinos gritaban: ¡Asesino! ¡Asesino! y antes de subir al carro vio a su vecino, el señor Wilson, que hacía un ademán en saludarlo con cierta sonrisa irónica dibujada en el rostro. Luego de esa noche el Sr. Smith estuvo sujeto a constantes interrogatorios de fiscales, pasó 3 años en prisión mientras se demostraba su inocencia. En la cárcel recibió golpes a cada rato y fue con la ayuda de su abogado, Harris Belcher, que hizo lo posible por demostrar que él no fue quien mató a su esposa.

     Una tarde de septiembre, logró salir de prisión con una orden del juez en donde indicaba que seguirían llamándolo a juicio, y continuarían las investigaciones hasta que se esclareciera el caso. Así lo ha hecho hasta la fecha. De algo estaba seguro el Sr. Smith, esa noche había una tercera persona en la casa, pero ¿quién? Esa era su tarea, averiguar quién mató a su esposa. 

Continuará...


Comentarios

Entradas populares