Cristales Rotos...

     La noche estaba silenciosa, las calles lóbregas y solitarias, de vez en cuando, ráfagas de aire se colaban por las ventanas entreabiertas y por las rendijas de las puertas de los cuartos; así como corrientes gélidas provenientes de La Antártida. Todos dormían en sus camas plácidamente sin percatarse del peligro que se avecinaba. De pronto, comenzaron a escucharse algunos gritos, el humo impedía la visibilidad del camino, y las llamas ardientes del fuego consumían ciertos locales y edificios... "¡Ayúdenme! ¡Mi casa se quema!; ¡Auxilio! ¡Me ahogo!", decían las víctimas de la tragedia. 

     ¡Boom! ¡Boom! Las detonaciones se escuchaban fuertemente, los vidrios de los locales se desmoronaban en lluvia de diminutos cristales, las alarmas de los comercios no dejaban de sonar, y la voz de un pueblo enardecido, al unísono, exclamaba: "¡Fuera! ¡Fuera! ¡No son bienvenidos!". A muchos los sacaron de sus casas para meterlos presos, los que no tuvieron mucha suerte fueron asesinados. Algunas familias se resguardaban en el ático de las casas, las madres les tapaban los oídos a los más pequeños para que no escucharan el terrible infierno que se vivía en el exterior...

Mami ¿Qué pasa? ¿Por qué todos gritan?

Nada hijo... no pasa nada, no te preocupes, todo va a pasar pronto.

     La mujer acarició el cabello de su hijo y le dio un beso en la mejilla.

     Al rato varios guardias entraron a la vivienda, registraron todo el lugar, y cuando estaban a punto de marcharse, uno de los uniformados les dijo que revisaran en el ático. Al subir al lugar encontraron a la madre y al niño abrazados temblando del miedo. "Shhh... no griten, nada les va a pasar", dijo uno de los hombres en tono burlón. Desenfundó el revólver que llevaba a la cintura y los mató.

     Estos hechos ocurrieron el 9 y 10 de noviembre de 1938, mejor conocidos como "Kristallnacht" o "La noche de los cristales rotos", dos días en los cuales destruyeron los negocios, casas y sinagogas judías. Varias docenas de judíos perdieron la vida y decena de miles fueron arrestados y enviados a los campos de concentración. Sucedió lo que se conoce como un Pogrom (término de origen ruso que designa disturbios, persecuciones y/o masacres). 

     Después de aquellos dos días las calles amanecieron abarrotadas de escombros, vidrios rotos, locales y edificios calcinados... por si fuera poco los judíos de manera obligada tuvieron que limpiar, reparar y cubrir los gastos de todos los daños que ellos no llegaron a cometer. Este hecho quedará marcado en la historia para siempre.




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