La Excelencia de un Compositor

    
Antonio Estévez Aponte, músico y compositor venezolano

Calabozo, oficialmente llamado "Villa de todos los santos", está ubicado en el estado Guárico, donde yace una pequeña población que es testigo de la cuna sonora que protagoniza una familia musical que tiene por lenguaje las suaves y alegres notas musicales.

     Un niño solitario camina con extraña seguridad por la casa hacia un maravilloso tesoro. Allí, cerca del altar, sobre un paño grueso, está el objeto que lo fascina: una flauta. Sus trémulos dedos acarician el instrumento, su corazón late con vehemencia porque tiene miedo de ser visto, y sus ojos dejan entrever un brillo fugaz de felicidad. Hipnotizado, desarma la flauta, la cual se deshace en sus manos como cascabel escurridiza  que huye del peligro. De pronto, retumba una voz conocida que llama: "Antonio, mijo, ¿Qué haces?". Antes de volverse presiente que ha sido sorprendido y que el daño es grave. Este hombre se acerca a él y levanta con firmeza una mano dura propinándole una paliza... quien frustra esa naciente llama de esperanza es su padre. 

     Desde antes de 1920 las tonadas familiares ya se escuchaban en un hogar de un pueblo de Calabozo en el estado Guárico. El dúo musical de Mariano Estévez y Melquiades Aponte se desplazan de casa en casa junto con la familia Clermont, integrada por Clotilde y su marido el flautista Benito Ribas. De esta manera, se expresaban a través de los instrumentos de viento, cuerdas y amenas voces, una tradición hogareña. Del fruto del amor de Melquiades y Mariano, nace el 3 de enero de 1916 el calaboceño Antonio Estévez Aponte. Bajo la tutela de un padre severo, quien intenta desde su niñez apagar la chispa musical que se encontraba latente en su corazón. Luego de muchos años viviendo en Guárico los Estévez se trasladan a la capital caraqueña.

     Deseoso de participar en la banda que comenzaba a fundar el ebanista Juan Vicente Gutiérrez, y a escondidas de su padre, se resguarda en la cocina de una solitaria vivienda, donde tocaba el grupo de música. Un buen día el maestro examina a sus alumnos para comprobar su preparación, ninguno respondió. El pequeño salió de la nada y contestó a cabalidad. Inmediatamente, fue aceptado en la banda asignándole el saxo, instrumento que exploró y estudió hasta adueñarse de él.

     A comienzos de 1924 Antonio inició unos irregulares estudios de Teoría y Solfeo con Gregorio Ascanio, violinista de Curiepe. Seis meses después, continúa este aprendizaje con el músico Mario Pereira. Todo por el empeño de su madre que vislumbra un buen oído musical en su hijo. Para 1932 ha hecho muchas cosas propicias para un adolescente en el mundo de la música. Desde ganar 800 bolívares tocando cuatro días sin el consentimiento de sus padres, hasta entrar al Teatro Municipal o la iglesia Santa Teresa, donde, durante festividades religiosas muy especiales, actúan la Orquesta Sinfónica Venezuela y el Orfeón Lamas.

     En 1934 toma la decisión de ingresar a la Escuela de Música y Declamación con la dirección del profesor Vicente Emilio Sojo, quien el 24 de junio de 1930 funda la Orquesta Sinfónica Venezuela, la cual junto con la Orquesta Sinfónica de Boston representan las orquestas más antiguas del continente americano. Emilio Sojo instruirá al joven Antonio en la composición, afinando sus dotes con ayuda de partituras muy bien hechas; para luego darle cumplimiento y ejecución al grande tiempo que pasaba en las clases de introducción musical. De esta manera, logró diseñar y componer música naciente de sí mismo.



Continuará...

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